Recetas para el estancamiento
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Matko Koljatic
Decidí leer "Desiguales", libro de autoría colectiva sobre "los orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile", publicado por el PNUD. Había escuchado hablar del libro en la facultad y quise formarme un juicio sobre esta mirada a Chile, que sabía crítica, ya que muestra cómo una parte importante de los chilenos sufre discriminaciones, falta de oportunidades y, en general, desventajas, al momento de intentar mejorar su estándar de vida.
Aunque al leer el libro tuve algunas dudas sobre las metodologías de investigación cualitativa empleadas, no pongo en duda que la información que sustenta el análisis es correcta. Sin embargo, tengo reservas sobre la mirada de futuro que dan los expertos del PNUD al problema de la desigualdad, ya que aunque manifiestan que el libro “no pretende hacerse eco de la contingencia social y económica” y que tampoco “se dan recetas respecto de las acciones que el país debe acometer para hacerse cargo del fenómeno”, de hecho es lo que hacen al sugerir múltiples políticas públicas en temas económicos y sociales. En mi opinión, equivocan el camino.
El punto de partida de mi cuestionamiento es que Chile ha progresado en las últimas tres décadas más que ningún otro país latinoamericano. El reconocimiento se da muy al principio en “Desiguales” al decir: “Para cualquier observador informado, es innegable el enorme desarrollo que Chile ha logrado impulsar en las últimas décadas. De la mano de un crecimiento económico relativamente acelerado y siempre positivo, ha mejorado su infraestructura, ha ampliado notoriamente su cobertura educacional, ha profundizado la oferta de servicios sociales, ha profesionalizado la labor estatal, y, muy centralmente, ha incrementado el ingreso de las familias y ampliado su acceso a bienes, signos evidentes de una transformación de las condiciones de vida. A todo ello hay que sumar una notoria reducción de la pobreza. Esto es cierto tanto en términos absolutos como en comparación con el resto de los países de América Latina”. Basta una cifra reportada en el texto para ilustrar los avances del país durante las últimas décadas: “Desde 1990 a la fecha el porcentaje de personas viviendo en la pobreza se ha reducido de un 68% a un 11,7%”.
Es de sentido común que si una estrategia ha dado resultado, habrá que perfeccionarla, pero no sustituirla por otra. Lo digo, porque después del reconocimiento recogido en el párrafo anterior viene una polifacética andanada de 400 páginas de análisis en los cuales a través de estadísticas nacionales, comparaciones con indicadores de países OECD y en algunos casos con países de América Latina, se describe “la brecha social”. Es evidente que, dado los distintos niveles de acumulación de capital físico y humano, en cualquier comparación con el promedio OECD los indicadores de Chile salen desmejorados, con lo que no es raro que el PNUD concluya que estamos mal. A partir de ese diagnóstico, el PNUD sugiere emular las políticas propias de los Estados benefactores europeos de altos impuestos a las personas y sindicalización forzada para lograr redistribuir los ingresos. No parecen considerar que muchas de esas políticas están en retroceso ya que han conducido al estancamiento económico (véase las reformas de Macron en Francia).
En el hecho, lo que el PNUD hace es respaldar las reformas tributaria (siguiendo a Jorrat) y laboral del actual gobierno. Lo que no hace, es calcular el impacto de dichas reformas en las mejoras a la productividad y a través de ellas a la reducción de la desigualdad. Claro que, como perciben que las reformas rompen el circulo virtuoso de ahorro e inversión que hemos vivido en las últimas décadas (que tuvo el impacto positivo en la reducción de la pobreza ya dicho), se ponen el parche antes de la herida diciendo que los cambios que apoyan se justifican en una decisión política y no técnica (p.384). En este punto, ya hay poco más que se pueda debatir. Simplemente vale citar a un político sagaz, Ricardo Lagos E., quien afirmó: “La tarea número uno de Chile es crecer, todo lo demás es música”.